viernes, 26 de diciembre de 2008

El ALTAR, EN SU LUGAR.







El cuidado de los lugares de la celebración no es una cuestión baladí para la liturgia y para la vida de la comunidad cristiana. Su disposición y ornamentación hablan con el lenguaje de los signos, expresan el ser de la Iglesia y la naturaleza de su culto, sobre todo cuando se trata de la celebración de la Eucaristía. No es, pues, un asunto dejado a la sensibilidad y al gusto de fieles o asociaciones. Sorprende, no pocas veces, la facilidad con que el presbiterio se convierte en un escenario, instalando en él arquitecturas efímeras ajenas al espíritu de la liturgia, de sus tiempos, y, más aún, a la finalidad del mismo espacio sagrado. No todo el año litúrgico es Navidad, ni todo tiempo es Cuaresma. Ni es correcto colocar decorados que invaden el espacio necesario para las celebraciones, o desplazar elementos del presbiterio que deben permanecer inamovibles. Blogger
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LECTURAS MISA DIARIA.
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