En un artículo publicado por la prensa, el jueves 28 de mayo de 2009, con el título “La Andalucía religioso-folklórica”, la autora dice que “Ahora siempre hay procesiones que convierten las ciudades en escenografías, en meros escenarios de cartón piedra para que jueguen los devotos a adornar sus pasos con flores de temporada y pasen las tardes del sábado abrillantando el dorado de las canastillas”. Puntos de vista como éste, a pesar de su desenfoque pretendidamente caricaturesco, deben ser un acicate más que mueva a los cristianos a reflexionar sobre el mundo en que vivimos y a actuar en consecuencia, para evitar que la procesión del Corpus se convierta en pieza de museo etnográfico, en reliquia curiosa e interesante de la cultura pasada del pueblo.
La procesión del Corpus tiene escaso valor religioso si se la aísla teórica o prácticamente del conjunto del misterio de la fe cristiana.
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